"El día en que comprendemos que podemos morir, dejamos de ser niños”
The Crow
“Estoy liquidado…” Pensó Santiago mientras su cuerpo y su mente volvían a ser uno. Era un nuevo día en la vida de este joven muchacho de 17 años.
El sol parecía que apretaba con fuerza las persianas de su cuarto que solo permitían pasar pequeños ases de luz entre la separación de sus listones.
El pueblo ya estaba en movimiento y sus sonidos habituales se hacían oír: El rugido de los motores de los automóviles se superponía al cantar de los pájaros y al ladrido de algún perro callejero que pasaba cerca. Este crisol de ruidos y sonidos son típicos de un pueblo que está transformándose rápidamente en ciudad. Este crisol de ruidos y sonidos son típicos del pueblo/ciudad de Mercedes.
Aún con lo ojos cerrados, inmóvil en la tranquilidad de la habitación, esta sensación se incrementó en su cabeza durante esos pocos segundos de conciencia pura que fusionan los sueños con la realidad.
Ya no recordaba lo que acababa de soñar, pero ese pensamiento quedo plantado en la cabeza de Santiago, como una semilla impaciente por germinar.
Todavía en su cama, sus ojos verdes se abrieron lentamente. Su mirada había cambiado, trasformándose en una mucho mas profunda. Mirando al techo, aún inmóvil, sus labios repitieron esa frase que había tomado posesión de el.
-Estoy liquidado – dijo murmurando.
Había comenzado la transición. En ese mismo instante Santiago volvió a nacer. No como niño, sino como adulto...
¡Bienvenido a la vida!
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